Con la llegada del verano y las altas temperaturas, los montes españoles se convierten en un entorno hostil para muchas especies silvestres que encuentran serias dificultades para acceder al agua. En este contexto, son los cazadores quienes, lejos del foco mediático habitual, desempeñan un papel crucial en la gestión del territorio y la conservación de la fauna, como demuestra un vídeo difundido por la Federación Andaluza de Caza en sus redes sociales.
La grabación muestra a miembros de la Sociedad de Cazadores ‘La Codorniz’ de Campillo del Río (Jaén) llenando con medios propios varias balsas que ellos mismos han construido. El gesto, que podría parecer anecdótico, refleja en realidad una práctica habitual entre los cazadores españoles: el mantenimiento y recarga de puntos de agua esenciales para la supervivencia de la fauna en los meses más duros.
«Desde que aplican estas medidas, se han reducido los daños de conejo al olivar», destacan desde la FAC, relacionando esta acción con un beneficio directo también para la agricultura. No es la primera vez que desde Jara y Sedal recogemos este tipo de imágenes. Cada año, especialmente en verano, nos llegan vídeos y fotografías de cazadores llenando bebederos y balsas en sus cotos, facilitando así el acceso al agua a toda la fauna, no solo a las especies cinegéticas.
Una inversión silenciosa
Según el reciente Estudio del impacto económico, social y ambiental de la actividad cinegética en España, presentado por la Fundación Artemisan, los cazadores realizan una importante labor ambiental en todo el territorio. Solo en lo relativo a la gestión de puntos de agua, se estima un gasto total de más de 27 millones de euros al año entre titulares de cotos y organizadores de cacerías.
Además, las aportaciones de comida, esenciales para la supervivencia de la fauna silvestre en épocas de carestía, superan los 104 millones de euros anuales. Esta inversión no solo ayuda a mantener sanas las poblaciones animales, sino que también reduce los conflictos con cultivos agrícolas, como evidencian los resultados obtenidos en Jaén.

de cacerías, 2023. © Fundación Artemisan
Caza y conservación, dos caras de la misma moneda
A pesar de los prejuicios que aún arrastra una parte de la sociedad, la caza bien gestionada se ha demostrado como una herramienta útil para la preservación de ecosistemas y especies amenazadas. De hecho, el estudio de Artemisan subraya que un 58% de los titulares de coto y un 67% de los organizadores de caza declaran contar con especies protegidas emblemáticas en sus terrenos.
En palabras del informe, «la correcta gestión de los cotos de caza puede tener un impacto positivo en las poblaciones de especies emblemáticas y amenazadas que habitan los mismos», especialmente gracias al acceso a agua y víveres, al control poblacional y a las labores de conservación del entorno.
Mientras algunos colectivos tratan de atribuirse el mérito de cuidar la naturaleza desde una posición ideológica, en los campos de España son los cazadores quienes, con trabajo, recursos y compromiso, llenan las balsas de agua bajo el sol abrasador del verano. Una imagen que habla por sí sola.